¿Qué misterio envuelven estos objetos esféricos que nos han cautivado desde tiempos inmemoriales? ¿Qué es lo que tiene la particular forma de una pelota que fascina tanto a humanos como a otras especies del reino animal? En todas partes de esta gran esfera celeste llamada Tierra, las pelotas parecieran hacer girar el mundo.

 

 

El antropólogo John Fox se embarcó en una aventura por los lugares más recónditos del planeta y la historia de nuestros antepasados para intentar responder una pregunta, aparentemente sencilla, pero de difícil respuesta; que un día su propio hijo le formuló en el jardín de su casa: “Papá, ¿por qué jugamos con pelotas?”.

El resultado a ese interrogante se transformó en el libro “The Ball: Discovering the Object of the Game” (La Pelota: Descubriendo el Objeto del Juego) y luego en el documental inspirado en el mismo: “Bounce: How the Ball Taught the World to Play” (Rebotar: Cómo la Pelota le Enseñó al Mundo a Jugar). Descubrir las verdaderas razones por las que jugamos y la atracción que experimentamos cada vez que nos encontramos con una pelota, ese objeto universal que ha sido lanzado, pateado y rebotado por diferentes culturas a lo largo de la historia de la humanidad, son los temas centrales tanto del libro como de la película.

Repartidos en justas medidas entre ciencia, historia y ensayo cultural mediante la participación multidisciplinar de sociólogos, antropólogos, biólogos, psicólogos, zoólogos e historiadores del deporte, ambos explican el deseo y el propósito del juego, desentrañan las raíces de los juegos con pelotas, sus aspectos paganos, religiosos y rituales en antiguas tradiciones, y su relación con el mundo animal y nuestros primeros ancestros.

Entre los varios especialistas entrevistados, se destaca la teoría del biólogo William Calvin, que propone que jugar con pelotas es y ha sido un aspecto central en el desarrollo humano. Su estudio, citado en el libro, sugiere que existió una conexión evolutiva entre nuestra incorporación del lenguaje y nuestra precisión en el lanzamiento de proyectiles.

Así es como, desde lo más profundo de las selvas mexicanas hasta los más remotos poblados medievales, libro y documental, exploran los orígenes poco conocidos de los deportes más populares de los últimos siglos y rastrean cómo una simple invención como la pelota, ha logrado apoderarse de algunas de nuestras más intensas pasiones. Revelan el profundo impacto que este especial objeto ha tenido a lo largo del tiempo, ya sea a modo de eslabón para la sociabilización, en su rol para resolver problemas, o como disparador de la creatividad.

 

EXTRACTOS DEL LIBRO / The Ball: Discovering the Object of the Game

 

“Si el juego es alimento para el cerebro, la pelota es como una barra energética llena de proteínas y calorías. La pelota es probablemente el objeto inanimado más animado que existe en el planeta. Cinéticamente interesante, se puede rebotar, rodar, girar, lanzar, atajar, a diferentes velocidades. Es muy aerodinámica, pero a la vez impredecible en su trayectoria, capaz de aparentar desafiar las leyes de la física”.

“La pelota, ese objeto universalmente adorado, cuya invención y evolución marcó para siempre los juegos contemporáneos. Probablemente no exista otro objeto de juego tan fácilmente reconocible, fácilmente manipulable y mundialmente disfrutable, por gente de todas las culturas, habilidades y edades”.

“Las pelotas son herramientas sociales naturales. Agrupan a humanos y animales, incentivando su cooperación o competición, o como en la mayoría de los deportes modernos, una combinación dinámica entre ambas”.

“Los humanos se dieron cuenta que antes de correr para perseguir a una presa podían tomar una piedra con una mano y lanzarla con fuerza y puntería, para así tener más chances de cazar con éxito, sin tener que gastar tanta energía en el proceso. Hacer un lanzamiento requiere una secuencia muscular rápida y sofisticada, una función que en los humanos sucede en el hemisferio izquierdo del cerebro. La otra función que también está lateralizada en el hemisferio izquierdo es el lenguaje, que también depende de una secuencia muscular rápida y sofisticada”.

“A través de una amplia variedad de estudios que van de la neurociencia hasta la psicología del comportamiento, varios investigadores han encontrado evidencias que sugieren que el juego, no solo tiene un propósito, sino que pudo haber tenido un rol crítico en el desarrollo cognitivo, la adaptación y la supervivencia de los humanos y otros mamíferos”.

“Todos los animales que dependen del aprendizaje para sobrevivir juegan. Es la manera que la experiencia del conocimiento se transmite de padres a crías, proporcionando un espacio seguro donde se pueden testear los límites y las innovaciones”.

“Los delfines aprenden del mundo y expanden sus habilidades físicas y cognitivas, modificando sutilmente las reglas de sus juegos para hacerlos más estimulantes. Esta es la manera en que tanto delfines como humanos juegan y aprenden”.

“Según el psiquiatra Stuart Brown, fundador del National Institute for Play, el juego tiende a ser caracterizado por siete propiedades:

1 - Es voluntario.

2 - Tiene atracción inherente (en otras palabras, es divertido).

3 - Provoca pérdida de la noción del tiempo.

4 - Facilita la disminución del yo, al entregarse al momento.

5 - Promueve la improvisación, la imaginación y la invención.

6 - Enciende una continuación del deseo.

7 - No tiene propósito”.

“Distintos tipos de pelotas han aparecido con frecuencia en tumbas egipcias, preservadas junto a gatos momificados y otros tesoros personales. Pelotas de cuero cosidas, similares a las de hacky-sack, y pelotas hechas de papiros y hojas de palmera o lana, dispuestas dentro de vasijas de cerámica”.

“En el año 180 A.C., Galeno de Pérgamo, el físico romano y doctor de la corte del emperador Marco Aurelio, escribió el tratado ‘Sobre el ejercicio con pequeñas pelotas’, que conformó el primer caso científico acerca de los beneficios del juego con pelotas para el ejercicio y la educación física. ‘Creo que el mejor ejercicio es aquel que no solo ejercita el cuerpo, sino que también refresca el espíritu’, escribió. Galen vio tempranamente algo que hoy en día sabemos muy bien: los juegos con pelotas tienen la capacidad única de ejercitar y desafiar tanto al cuerpo como a la mente, afilando los sentidos e inspirando al espíritu humano”.

“En su famoso estudio de mitología europea (The Golden Bough), J. G. Frazer interpreta a los primeros juegos con pelotas, como competencias en las que atrapar el balón aseguraba una buena cosecha o una buena temporada de pesca. Otra teoría de W. B. Johnson de 1929, sugiere que para muchas de estas primeras civilizaciones, las pelotas utilizadas en estos juegos simbolizaban el sol”.

“Los españoles vieron con asombro esa pelota mágica que rebotaba por arriba de sus cabezas, disparada del suelo como si estuviera viva. ‘No entiendo como la pelota cuando golpea la superficie sale eyectada con tanta fuerza’, escribió Pedro Mártir d’Angleria, el historiador real de la corte española de Carlos V. El mismo Colón quedó tan impresionado con las propiedades de estas pelotas, que se llevó una consigo cuando retornó a Sevilla. Era el primer encuentro europeo con el material que hoy conocemos como goma”.

 

TRAILER DOCUMENTAL / Bounce: How the Ball Taught the World to Play